Juro Solemnemente Que Mis Intenciones No Son Buenas

2 nov 2022

El dinosaurio

Estoy en mi cuarto, escuchando Rodolfo Aicardi, con una mano estoy realizando el trabajo de diseño 3, que dejaron hace dos semanas, con la otra, tengo un vaso caliente de agua panela con limón a tan solo dos centímetros de mi nariz, todo el vapor de la agua panela entra en ella, olvidando por un instante la gripe, producida por la lluvia de estos días. La noche era fría y tranquila, hasta que ocurrió lo impensable, eran las 8:33 y lo recuerdo como si fuera ayer, esperen, si fue ayer.

Todo inició con un grito de mi padre, su grito hizo que derramara unas gotas de agua panela y quemara mis bolas, en mi mente pensé: “Mierda, ahora que paso” me levante del asiento y al hacerlo ocurre un segundo grito, esta vez con mi nombre: “Juan Andrés” sin pensarlo, sigo su voz de dictador al baño, entro y me da la bienvenida el olor a mierda con una pizca de fragancia de canela, debido al ambientador.

Mi padre me recibe con una cara de disgusto y me dice: “Mira el retrete” obedezco como un fiel sirviente, ante mi incredulidad le digo a mi padre: “Desde cuando la mierda tiene forma de dinosaurio” Mi padre responde: “No es mierda, es un dinosaurio” Mientras sus palabras lograban tener sentido en mi cabeza y mis ojos de miope más miraban el retrete, mas entendía, que efectivamente era un dinosaurio, por esa razón el retrete estaba tapado hace dos días, no era porque cagaras mucho o la tubería estuviera defectuosa, ni mucho menos porque estuviéramos tirando papeles al retrete, el retrete estaba tapado, porque efectivamente había un juguete de dinosaurio en él. Vuelvo a la realidad y le pregunto a mí padre con cierto sarcasmo: ¿Quién habrá sido? Mi papa con una mirada fulminante me mira, toma aire y vuelve a gritar, pero esta vez grita el nombre de mi hermano Juan David y mi primo Martin, ambos de 7 años de edad. Solo tardaron unos segundos, para que llegaran a la escena del crimen, al llegar, sus sonrisas fueron desapareciendo y su color de piel fue decayendo a un color pálido, a causa del olor del baño y el dinosaurio en el retrete, sus caras lo decían: eran culpables.

Mi padre se va por unos momentos, al regresar me entrega unos guantes y una bolsa, empiezo a ver lo que se avecina, le dice a mi hermano y a mi primo, que conduzcan a la sala para iniciar el interrogatorio, cuando se van, mi padre me dirige una mirada de compasión y me dice: “Ya sabes lo que tienes que hacer” al terminar sus palabras, mi estómago se revuelve por un momento, siento el vómito en mi garganta por la batalla que se aproxima, aceptando mi destino, le respondo: “Déjame adivinar, arreglar la mierda que hicieron” cuando termine de recitar mis palabras, ya se había marchado, no recibí  frase de aliento o algún gesto de agradecimiento, solo se fue, dejándome con la mierda del retrete.

Mientras mi padre hablaba con mi primo y mi hermano en la sala, yo parecía un arqueólogo en pleno desierto de Gobi en busca de fósiles de dinosaurios, pero en lugar del desierto y del fósil del dinosaurio, era el retrete y el juguete de dinosaurio, mi odisea no duró más de dos minutos, pero parecieron siglos, mientras jugaba a la arqueología en el retrete, trataba de no tocar ningún pedazo de mierda, mientras aguantaba la respiración para no ahógame. Pensándolo bien, estaba jugando al buceo, no a la arqueología, finalmente pude llegar al fondo del retrete, sujete la cola del dinosaurio y con sublime delicadeza saque del retrete el juguete, para mi sorpresa, el espécimen obtenido era de velociraptor, ¡Un velociraptor había tapado el baño, increíble! Esas fueron las palabras que le dije a mi familia al entrar a la sala, le entregué el juguete a mi padre y me dispuse al patio, para lavarme durante media hora con jabón Rey las manos, durante todo ese tiempo, pude pensar y llegaba a la conclusión que estas escenas, generaban ganas de no tener hijos, pero, si no existieran esos dos niños en la casa, no habrían tantas risas: Durante esta última semana, han realizado diferentes atentados, siendo el del baño el tercero. El primero fue haber dañado un cuadro familiar de mi padre y de mi tía cuando eran adolescentes, causando la rabia y violencia por parte de mí abuela, el segundo atentado fue haber dañado una herramienta de trabajo de mi tía y para esconder las evidencias la botaron a la calle, dejando sin posibilidades de arreglo dicha herramienta. Y El último atentado, el del velociraptor, ciertamente, si siguen así, acabaran la casa.

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